Si se piensa en los pequeños todoterrenos hay una marca que en la última década ha sido siempre la referencia obligada en el segmento: Suzuki.
La firma japonesa, que continúa fabricando en su planta de Linares, provincia de Jaén, sacó al mercado el pasado año un nuevo vehículo recreacional posicionado por encima de su exitoso Samurai, aunque diseñado sobre la base de este mismo coche.
Todos los cambios introducidos van encaminados hacia el mayor confort de sus ocupantes, un diseño más moderno y atractivo, mayor equipamiento de serie y mejoras en sus aptitudes off-road.
Interior de primera
Lo primero que llama poderosamente la atención en el Jimny es su habitáculo y su equipamiento. Se nota que los ingenieros de Suzuki se han esmerado en sacar a la calle un coche cómodo, bonito y lo más amplio posible dentro de sus escasos 3,63 metros. El habitáculo es muy espacioso en sus plazas delanteras, aceptable en las dos plazas traseras, que han mejorado respecto al Samurai al tener el Jimny una mayor distancia entre ejes (de 2.030 a 2.250mm.) y muy justo en lo que al motor se refiere. Está claro que si la opción es que viajen cuatro personas, el equipaje es mejor mandarlo por Seur, aunque la posibilidad de abatir los asientos, de manera independiente, hace que dos personas puedan desplazarse con gran cantidad de equipaje.
El equipamiento de serie es fantástico para el segmento al que va dirigido, ya que el aire acondicionado, la dirección asistida, los elevalunas eléctricos, el doble airbag... están incluidos en los algo menos de 2,3 millones que cuesta. Solamente el equipo de música y las llantas de aleación se pueden comprar de manera opcional.
Exterior agresivo
El diseño de la nueva carrocería, juvenil, desenfadado y algo agresivo, ha sido un gran acierto, encajando perfectamente entre el público al que va dirigido, menores de 30 años amantes del campo y simplemente de los off-road, aunque sólo sea para usarlos por las grandes urbes.
Una vez al volante del Jimny lo mejor que se puede hacer es desplazarse hacia la sierra de Madrid, lugar por donde vamos a realizar las pruebas del coche, para ver qué da de sí fuera de carretera. En la autovía su conducción es muy cómoda, aunque peca de excesiva rumorosidad interior. El motor ofrece 80 CV que son suficientes para desplazarse a la máxima velocidad que permite nuestro código de circulación.
Los problemas comienzan a partir de ahí. Superar esa barrera 'cuesta un triunfo' dejándonos claro el coche que el coeficiente aerodinánico no es, ni mucho menos su fuerte. Si logramos alcanzar los 140 km/h, la velocidad máxima según los datos del fabricante, nos encontraremos con otro problema, los consumos se disparan. Las recuperaciones están acordes con estos datos y para pasar de 80 a 120 km/h hay que pasar una página del calendario.
Máxima agilidad en campo
Después de unos 80 km por carretera nos introducimos en el auténtico terreno del Jimny, el campo. Una vez en pista, el nuevo sistema 'drive in action' nos evitará el engorro de tener que parar para poder desbloquear los neumáticos y pasar a la tracción integral. Para realizar este cambio en marcha solamente es necesario cumplir dos requisitos: no sobrepasar los 100 km/h y tener las ruedas rectas.
Si los consumos en carretera son elevados, fuera de esta no se puede decir lo mismo y más aún si lo comparamos con su competencia. La conducción por pista del Jimny es muy divertida, pero ojo, si incumplimos algunas normas básicas, como levantar el pie, o incluso frenar, en un apoyo tendremos la desagradable sensación de ver como el tren trasero nos empieza a adelantar, con lo que tendremos que empezar a trabajar con el volante para evitar hacer un trompo. Haciendo la salvedad del sobreviraje en este caso puntual, debido en buena medida a la batalla tan corta, el Jimny tiene un comportamiento muy neutro, lo que lo hace muy fácil de llevar.
Pero donde el Jimny puede dejar con la boca abierta a más de uno es escalando trialeras. El pequeño Suzuki es capaz de subirse por las paredes con una soltura impensable en vehículos mucho más caros y con todo tipo de controles de tracción, estabilidad, bloqueos de diferencial, etcétera. Los vadeos tampoco se le dan mal, por lo que también le metimos por el cauce de un pequeño riachuelo.
Tras este pequeño paseo nos dirigimos de nuevo a la capital. El coche ahora no es el mismo, está bastante más sucio, evidentemente, y la sensación de haberle sacado el máximo partido es una auténtica satisfacción.